sábado, julio 27

Bernardo Arévalo y el desafío de derribar el muro del «pacto corrupto» en Guatemala

Bernardo Arévalo asumió este domingo la presidencia de Guatemala tras una agónica carrera de obstáculos que casi frustra la investidura. El líder del Movimiento Semilla, un sociólogo progresista experto en resolución de conflictos, ganó las elecciones en agosto pasado y en los últimos cinco meses ha tenido que enfrentarse en repetidas ocasiones a los intentos de un sector del poder judicial de sabotear la transición. La Fiscalía, encabezada por Consuelo Porras, funcionaria sancionada en 2022 por el Departamento de Estado estadounidense por corrupción, intentó sin éxito descalificar su formación e incluso cancelar el proceso electoral. Lo visto el domingo en el Congreso del país centroamericano, con la maniobra de un grupo de diputados que retrasó nueve horas la ceremonia de investidura, fue una muestra más de una red de poderes que promete hacer todo lo posible para obstaculizar el mandato de el nuevo presidente, que en las últimas semanas ha denunciado un intento de golpe de Estado.

Esta conspiración se conoce en Guatemala como el “pacto corrupto”, un acuerdo entre sectores políticos, económicos y judiciales que prosperó durante los períodos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, cuyo gobierno estuvo marcado por un profundo deterioro institucional. La lucha contra la corrupción es la clave de todo. Lo fue con el triunfo inesperado de Arévalo, a raíz del creciente cansancio social que surgió de las protestas estudiantiles de 2015. Y lo es ahora con el programa de gobierno y sus principales obstáculos.

“El primer obstáculo que enfrenta el presidente es un fiscal que intentó impedirle asumir el cargo y probablemente ahora intentará limitar su capacidad de gobernar”, dice Ricardo Sáenz de Tejada, politólogo y profesor de la Facultad de Historia y Antropología y Arqueología de la Universidad de San Carlos de Guatemala. El propio Arévalo reconoció al asumir el cargo que enfrentará “enormes desafíos” para erradicar prácticas corruptas. Una de sus primeras acciones, como anunció hace semanas, será pedir la renuncia de Consuelo Porras, aunque probablemente tendrá que lidiar con la resistencia del fiscal general. “Mientras el Ministerio Público siga en manos de redes ilícitas, el desafío es grave”, continúa Sáenz de Tejada. Pero la administración de justicia es sólo uno de los frentes vinculados a la corrupción. Hay otro que se refiere a la gestión económica, un área crucial para uno de los objetivos centrales del presidente, que se ha propuesto profundizar la lucha contra la pobreza, que afecta al 55% de la población.

Según el politólogo, se trata de negocios cuya transparencia e incluso legalidad están en duda y que ya han comprometido al ejecutivo de Giammattei. “Esto incluye la terminal de contenedores en uno de los puertos del Pacífico, concesiones petroleras y carreteras que el gobierno tendrá que abordar”. A esto se suman otros desafíos estructurales como la infraestructura, el sistema de salud, la educación y los retrasos acumulados durante la pandemia de covid-19, los problemas de las escuelas rurales y la seguridad, luego de un mandato que también se caracterizó por la persecución a opositores, comenzando por funcionarios de justicia comprometidos en la lucha contra la corrupción.

Sin embargo, según Marielos Chang, politóloga y cofundadora de la organización especializada en transparencia Red Ciudadana, «nos encontramos en el momento más débil de la coalición política dominante, que había cooptado las instituciones más importantes del país, de del Ejecutivo a la Presidencia del Legislativo o del Ministerio Público». “Si fuera enero de 2023 y me hubieran dicho que Bernardo Arévalo y Samuel Pérez serían presidentes de la República y del Congreso respectivamente, nadie lo hubiera creído”, continúa Chang. «Eso no significa que estén derrotados, pero sí muy debilitados». La sesión del Congreso envenenada por la Constitución también quedó en el camino, independientemente Espectáculo de un sector de legisladores, con saldo positivo para el Movimiento Semilla, que tiene 23 escaños de 160. “Uno de los desafíos de Arévalo es primero cumplir su promesa electoral de combatir la corrupción, pero con la presidencia el Congreso puede hacer un paquete de reformas capaces de reducir estos agujeros y agujeros negros. Ni siquiera sabíamos hace unas semanas que lo que imaginábamos era un Congreso completamente hostil al presidente», explica.

Si hay margen para el optimismo, según la analista política Raquel Zelaya, Arévalo «sabe que tendrá que moderar la sobreexpectativa» generada. “Habló de la lucha contra la corrupción y sus áreas de acción deben comenzar por la transparencia del Ejecutivo. Puedes hacerlo, sin nepotismo, sin favores, sin contratos mal hechos. Y responsabilidad”, dice Zelaya, presidente de grupo de expertos Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales (ASIES). En definitiva, a su juicio el presidente debe empezar dando ejemplo y, mientras tanto, intentar llegar a acuerdos, ya que la actividad legislativa es uno de sus principales retos.

En el asentamiento de Arévalo hubo dos actores decisivos que protegieron la transición y, en definitiva, evitaron que el relevo se estancara. Los pueblos indígenas de Guatemala han ejercido presión durante más de 100 días de resistencia, que comenzaron el pasado 2 de octubre a manos de las autoridades de los 48 cantones de Totonicapán. Esta poderosa organización indígena, señala Marielos Chang, es hoy “un nuevo actor con poder que será una fuerza importante, pero no necesariamente un aliado de Arévalo”, lo que representa otro desafío para el presidente. El segundo actor es la llamada comunidad internacional, que con Estados Unidos, la Unión Europea y gobiernos latinoamericanos como el de Gustavo Petro de Colombia o el de Gabriel Boric de Chile al frente, ha desplegado un amplio bloque de apoyo a Arévalo. Su papel será decisivo durante el mandato, como lo fue en la larga transición para evitar que las fuerzas del «pacto corrupto» frustren el cambio profundo apoyado por más del 60% de los votantes guatemaltecos.

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