Durante la rueda de prensa semanal, el presidente de la República de Costa Rica, Rodrigo Chaves, generó indignación al insultar a los representantes del Partido Unión Social Cristiana (PUSC), Carlos Felipe García y Alejandro Pacheco, por cambiar su voto en relación a una moción que buscaba aumentar en un 2% la asignación del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), a pesar de que inicialmente habían respaldado un incremento menor al 1%.
En un tono crítico, Chaves cuestionó la falta de ofrecimientos por parte de los diputados, llegando incluso a llamarlos «desgraciados y malnacidos», lo que desencadenó rechazo tanto dentro de la fracción del PUSC como en otras facciones opositoras.
Lesly Bojorges, líder de la fracción del PUSC, reprobó las acciones del presidente, calificándolas de inapropiadas y exigiendo una rectificación por parte de Chaves. Bojorges expresó su compromiso como diputada opositora en respaldar proyectos que considera beneficiosos para el país, haciendo hincapié en que ella misma posee la autoridad moral para discernir sobre la corrección de las decisiones.
Vanessa Castro, congresista, enfatizó que las discrepancias de opinión no justifican los insultos ni los ataques personales, condenando los términos despectivos utilizados por el presidente Chaves.
Por otro lado, Óscar Izquierdo, jefe de la fracción del Partido Liberación Nacional, rechazó rotundamente el uso de tales epítetos, asegurando que en su partido no se permite dirigirse de esa manera a ningún individuo, independientemente de sus opiniones políticas.
El diputado Luis Diego Vargas, líder del Partido Liberal Progresista (PLP), consideró las palabras de Chaves como inapropiadas para un presidente, comparándolas con expresiones propias de un ambiente poco respetuoso y desacertado para alguien en la máxima autoridad de un país. Asimismo, Vargas lamentó que un día que debería haber sido de debate constructivo se viera empañado por este tipo de incidentes.
En general, las declaraciones del presidente Chaves generaron rechazo y críticas dentro de la clase política costarricense, destacando la importancia del respeto en el ámbito político y la necesidad de mantener un tono adecuado en los debates y discusiones públicas, especialmente cuando se trata de representantes de alto nivel como el presidente de la nación.