Los alemanes se preguntan si vale la pena trabajar | Internacional
A las nueve de la mañana de una helada mañana de diciembre, Kerstin Boughalem, de 50 años, ya está en su lugar ante las puertas de la parroquia evangélica de Rixdorf, en el corazón del multicultural barrio berlinés de Neukölln. Su tarea es controlar el acceso a las instalaciones que la parroquia ha donado a Tafel, el banco de alimentos para personas sin recursos fundado hace 30 años y que sobrevive gracias a las donaciones de los supermercados y su ejército de voluntarios. Cuando llegue el food truck, los usuarios podrán desplazarse en grupos de diez, que se amontonarán con los carritos en la acera, aún con parches de nieve. La mayoría son clientes habituales y saben cómo funciona; Charlan animadamente y se lo toman con calma.Boughalem tiene mucho en común con algunos de ellos. Ella e...